martes, 5 de abril de 2011

Un cuento realista

Así eran los días de Ricardo, siempre iguales, siempre lo mismo. Creo que ni el sabia por que mantenía esa rutina siempre, a diario: levantarse, ir al baño, lavarse la cara, vestirse, desayunar, mirar el noticiero-siempre el mismo, por supuesto- lavarse los dientes y partir hacia el trabajo. Siempre tomar el mismo camino, si, nunca había un solo piquete que hiciera que Ricardo tomara otro camino, nada, nunca nada. Luego, en el trabajo firmar los mismos papeles, sellarlos, apilarlos y llevarlos a la caja. Si, así eran los días de Ricardo, aburridos. Sus días cambiaban un poco cuando asistía a un after office quizá en busca de una mujer, una compañera de vida, aquella mujer que quiera acompañarlo hasta el fin de sus días.

Nunca lograba conseguir alguna, todo era pura diversión de una noche y nada mas. Luego, los fines de semana intentaba nuevamente conseguir a esa compañera, pero no. Antes, cuando era mas joven pensaba que quizá era demasiado temprano para encontrar a esa mujer, por eso el destino no se la daba, que tal vez mas adelante, pero ahora ya estaba cansado, no sabia que hacer para encontrar a esa mujer.

Fue así como un día, cansado de la rutina, de sus días aburridos, decidió emprender un viaje con destino y fecha de regreso desconocidas. Si, un tipo que parecía muy estructurado de un día para el otro lo dejo todo, hasta su trabajo.

Desde chico ansiaba conocer las ruinas de Machu Pichu, así que tomo un avión hacia allí.

En el viaje se sentó acompañado, el había pedido viajar solo, por lo tanto cuando notó la presencia de esta compañera no dudó en quejarse, Ricardo era muy testarudo.

Por suerte las aguas se apaciguaron y viajaron tranquilamente.

A mitad del viaje la mujer de al lado le preguntó a donde iba.

- A Machu Pichu- respondió el.

Y ella contestó risueña y con ojos brillantes- Yo también-.

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